¿De qué rincón de las entrañas surgen estas ganas de escaparse? Una casa de acogida Veo moverse las bocas, estirarse las mejillas, revolverse las manos… Una mañana suicida pero alguien cogió una cuchara y tomó lo que había dentro de vuestras palabras. Un excesivo sin medida O a lo mejor es que yo me he equivocado de bandada. Una noche correspondida Porque yo quiero hablar de los niños que crecen como olas, Un metro noventa de dudas de los bosques que se extienden cuando nadie los escucha, Un saco sin fondo, un cante jondo de sexo Un psicópata, un corazón loco de los colores de los ojos cuando lloramos. Un drogadicto, un chiflado Quiero decir la poesía que me sale de los dientes. Un chico sencillo, un pirado Quiero que nos engullamos y saber que al recordarnos nos relamemos. Un gatito en un descampado No quiero Entre mercancía de contrabando enjaular los pájaros de la garganta, Un huracán, un siroco que las plumas y las letras se queden prensadas en las comisuras de los labios. Un peligro pero cuánto me alegro... Pero aquí el silencio me abruma y me señala escondites. Quizá de ese sea del rincón de las entrañas del que surgen esas ganas de escapar: de un rincón lleno de espuma formada por fósiles batidos de alas y de ganas, de las palabras de sexo y de auxilio que dejamos encerradas, de las noches que te pienso y que no te digo nada.
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